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Desde los años 60 Joël Sternheimer, doctor en física y músico, se interesó en el poder de la música sobre el crecimiento de las plantas.

Se dio cuenta de que las plantas eran sensibles a los sonidos y empezó a crear melodías específicas para incrementar su crecimiento, protegerlas de los virus y sanarlas.

Todas sus investigaciones se centran en la protedie – el canto de las proteínas. “Los aminoácidos crean sus propias melodías durante el proceso de síntesis de las proteínas – cada proteína tiene su propia melodía.”

Para luchar contra un virus, hay que identificar la proteína de este virus, aislarlo y encontrar su “canto” para poder crear una melodía específica que, según los casos, inhiba o estimule su síntesis.”

Según Joël Sternheimer, los organismos vivos consiguen identificar esta serie de sonidos gracias a la existencia de “ondas de escala” que unen los distintos niveles de estructuración de la materia, desde las partículas elementales, hasta los organismos completos y el medioambiente.

En los años 90, Sternheimer creó una asociación – Genodics – con unos amigos para desarrollar experimentos con varios agricultores. Elaboraron melodías específicas para luchar de manera natural contra varios virus como el mildou.

Hoy en día el número de agricultores franceses que se interesan por esta nueva tecnología musical, eficiente y respetuosa del ser vivo, crece y crece sin cesar.

Recientemente, Gilles Josuan relató en Le Figaro que hace diez años, el virus de la mosaica contaminó sus 90 hectáreas de calabacines. No existía ningún tratamiento y todo el mundo le aconsejaba deshacerse de sus plantas y volver a plantar.

En este momento, oyó hablar de Genodics y se puso en contacto con ellos. Los ingenieros de Genodics consiguieron identificar la proteína del virus que atacaba a sus calabacines y su canto… y pudieron crear una melodía para inhibirla. 

“En cuanto empecé a difundir la música en mis invernaderos, noté la diferencia. Hoy en día, el virus sigue presente pero esta inhibido gracias a la música y mis verduras no lo padecen. Ahora cada año consigo entre 600 y 700 toneladas de calabacines. Para conseguir esto, difundo cada noche entre 5 y 7 minutos de una música elaborada especialmente para este virus – no más tiempo porque si no las plantas se cansarían demasiado. Mis vecinos se reían de este método al principio… pero ahora están muy interesados.”

Esperemos que cada vez más, la ciencia permita desarrollar remedios respetuosos con la naturaleza, basándose en el simple poder de la vibración y de los sonidos.

Por favor, ayúdame a dar a conocer estos nuevos descubrimientos compartiendo este blog. Muchas gracias.

Sat Nam,

 Gabrielle – Puranshant Kaur

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Te recomiendo también leer  los artículos que escribo para el Huffington Post de manera puntual. 

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